Una feria empañada por un escándalo
Afición entusiasta - Público no merece que se le escamotee lo ofrecido - La mejor faena fue la de Galdós; el trofeo para Colombo
- Página taurina publicada Hoy en el diario El Comercio por PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
La feria de Chota, con un buen cartel, empezó auspiciosamente y concluyó con un escándalo que perjudica seriamente a una plaza que, tras Acho, debería ser la segunda en el Perú. La informalidad es la causa principal de que ciertas plazas de toros peruanas pierdan prestigio...
... incumpliendo el contrato del francés Sebastián Castella, la comisión organizadora de la feria, dirigida por el alcalde de Chota, Neptalí Ticlla, y su teniente alcalde, Adolfo Sánchez, le impidió torear en la última corrida, reemplazándolo con el peruano Juan Carlos Cubas.
El burdo pretexto fue que Castella no había sorteado sus toros en la segunda corrida, pero sus alternantes lo aceptaron. Así, la comisión se ahorró la mitad de lo que debía cobrar Castella.
El contrato de Castella –por una suma astronómica– decía que solo lidiaría toros españoles de La Campana y nacionales de Santa Rosa, no de San Simón, la otra ganadería que se lidió en Chota. Lo firmaron antes de traer los de La Campana al Perú.
El conflicto
De nueve toros españoles de La Campana, seis murieron en el viaje por la incompetencia del veterinario contratado por la comisión taurina chotana; les puso un exceso de sedante para tranquilizarlos durante el vuelo. Seis se echaron en los cajones y se ahogaron por su propio peso.
Quedaban tres. Uno parecía enfermo, con los ijares chupados; otro era de desecho, con un pitón escandalosamente gacho, y el tercero tenía una nube en un ojo.
Con la enorme suma que iba a cobrar Castella, ¿por qué la comisión aceptó tales exigencias respecto al ganado, y luego, al morirse varios toros, no lo modificaron, negociando, a la vista de lo sucedido? Incapacidad para organizar una feria taurina.
Por ello, Castella escogió sus toros entre los que había de Santa Rosa, en vez de sortear, con la anuencia de Escribano y Moral.
Castella sostiene que la comisión lo amenazó antes de la tercera corrida y que no le pagaron. Pero él, con una rigidez excesiva, persistió en exigir lo que su contrato decía: no torear lo de San Simón. Para la tercera tarde solo quedaban los de San Simón
y los impresentables de La Campana.
Los culpables del escándalo fueron, sin duda, los prepotentes ediles chotanos. Pero la torpe inflexibilidad del francés agravó el conflicto. Cuando finalmente dio su brazo a torcer y aceptó sortear, le dijeron que Cubas ya estaba en Chota y que lo sustituiría.
Lo netamente taurino
... La mejor faena de la feria, la de Joaquín Galdós la primera tarde, a un buen toro de San Simón. Encajado, con los pies
asentados en la arena, el peruano se recreó toreando por ambas manos, con muletazos templados y ligados, en series con gusto y arte. La trasmisión del toro añadió emoción al trasteo y cortó dos orejas.
Colombo, bullidor y variado, encantó a los chotanos la primera tarde. Pero lo que prometía el año pasado, como novillero puntero en España, no se refleja en lo que es hoy en día. La tercera tarde, su actuación fue para el olvido; ni en banderillas estuvo bien y se
asustó ante un toro complicado de salida, al que no quiso ni ver, diciendo que estaba toreado, lo que no era así.
A Castella y Escribano, la segunda corrida, les regalaron las orejas. En la tercera corrida, a Moral, pueblerino, le dieron dos orejas; a Colombo también se las regalaron. Ningún chotano protestó el regalo de trofeos. Cubas, descolocado, quizá porque
tuvo que torear su primer toro en medio de una bronca y de los gritos de los chotanos que clamaban: “Estafa, estafa ¡vete, Cubas!”, al no torear Castella.
Reapareció José Tomás para regocijo de sus creyentes
- En la feria de Algeciras, donde torearon Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós.
El 29 de junio, en Algeciras, en el extremo sur de España, reapareció José Tomás. Cuajó una buena faena al primero de sus toros de Núñez del Cuvillo que el divo había llevado bajo el brazo y le cortó dos orejas. Fue un trasteo con su personal estilo y quietud, pero nada que ver con los ditirámbicos elogios desmedidos de sus creyentes y seguidores. Poco hizo con los otros dos Cuvillos.
Miguel Ángel Perera, su alternante en un mano a mano sui géneris (cada uno llevó sus toros) indultó –exageradamente– al segundo de sus astados, de Jandilla, y cortó una oreja al primero de su lote.
El 27 de junio, Joaquín Galdós cuajó una buena faena al sexto, un toro enrazado y con transmisión,
de Torrealta; le cortó una oreja. Se le ovacionó en el tercero, de Torrestrella. Ginés Marín cortó otra oreja, al quinto, de El Torero. José Garrido tuvo menos suerte.
El 28 solo dio buen juego uno de los toros de Zalduendo, al que El Juli le cortó dos orejas. Andrés
Roca Rey se estrelló con dos mansos imposibles. Morante de la Puebla fue pitado.
Página completa:
José Tomás toreó con su acentuada personalidad en Algeciras. |
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