Artículo de opinión publicado ayer por Aura Lucía Mera (*) en EL PAÍS.com.co
Hoy martes 26 de diciembre a las cuatro en punto de la tarde sonaran los clarines, el Himno Nacional, el del Valle del Cauca y el de Cali para dar apertura a la primera Corrida de Toros en Cañaveralejo en sus 60 años de existencia. Cali tiene una tradición taurina que se remonta a más de 300 años, cuando los jesuitas y otras órdenes religiosas trajeron los primeros toros bravos, salvajes, para cuidar sus propiedades.
Ya los nativos, en la época de la Colonia celebraban sus fiestas populares con festejos taurinos, a su manera, pues todavía no había ni ganaderos ni ganaderías para criar lo que actualmente se denomina el toro de lidia. Los toros llegaron antes que los toreros y antes que se construyeran las Plazas para tal fin, circulares como el infinito, abiertas al cielo y apisonadas con arena, para seguir los ritos de Creta, donde el hombre se enfrentó por primera vez ante el Uro sagrado y fiero.
Plaza de toros de Cañaveralejo, ayer y hoy. |
En 1760 la actual Plaza de Cayzedo sirvió de escenario para una corrida formal, y a finales del Siglo XIX se construyó el primer circo de toros, donde toreros ya formados como lidiadores atravesaron el Atlántico para formalizar el espectáculo mágico de la tauromaquia.
Hace 60 años Cañaveralejo abrió sus puertas. Este fue el inicio históricamente formal de la Feria de Cali, complementada después con cabalgatas donde las escuelas de equitación salían con sus mejores atuendos de chaqueta, casco y los mejores ejemplares recorrían las calles en ceremonioso y respetuoso recorrido.
Luego vinieron las casetas, los desfiles folclóricos, las calles de la Feria y los salsódromos. Pero sus orígenes fueron Cañaveralejo y sus corridas. Hoy a las cuatro en punto, repito, suenan los clarines. Un cartel de primera, conformado por Juan José Padilla (el Pirata), quien se ganó los más altos escalafones en su temporada española.
Jesús Enrique Colombo, el joven venezolano, quien acaba de tomar la alternativa en Lima. Tuve la fortuna de verlo en Ecuador y su valor y su temple hacen ver un verdadero genio de la lidia. Con sus veinte añitos su lidia es profunda, seria y llena de arte. El colombiano Sebastián Ritter cierra la terna.
Las dehesas de Fuentelapeña y Paispamba se enfrentarán en un mano a mano ganadero. Los herederos de Abraham Domínguez y Enrique Álvarez Quelquejeu presentarán cada uno tres toros que por su genérica y encaste no dudo que serán los artífices de una tarde inolvidable.
Invito a los caleños a asistir a esta primera corrida. Los aficionados, los jóvenes, los que jamás han asistido por diferentes razones, los que critican este ritual porque no lo conocen. Regálense esta oportunidad de conocer este ritual único, que ya en Colombia debe ser declarado Patrimonio Artístico y Cultural.
No permitamos que la tauromagia se convierta en un fortín político populista. Si los aficionados, si los que defendemos a capa y espada la libertad de expresión y el derecho de las minorías, no nos unimos, la politiquería barata y censora no descansará en sus ataques.
Al defender la Fiesta Brava estamos defendiendo mucho más que un espectáculo Estamos defendiendo nuestro derecho a la libertad y a las enormes minorías del país. ¡Que Dios reparta suerte! Y que suenen los clarines. ¡Olé!
(*) Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.
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