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martes, 26 de enero de 2016
Historia de los 250 años de la plaza de Acho
La página Taurologia.com ha publicado un oportuno compendio de la historia del primer coso taurino de América escrito por Carmen de la Mata Arcos, quien ha recurrido a las obras de José María de Cossío, las revistas 6 Toros 6 y Aplausos, así como a la Biblioteca digital de la Junta de Castilla y León.
Este sábado 30 de enero se cumplirán dos siglos y medio desde que el coso limeño de Acho abriera por primera vez sus puertas. Es, por tanto, uno de los recintos taurinos más antiguos del mundo, manteniendo intactos, a día de hoy, su categoría y prestigio. Se trata de la plaza de toros más antigua de América y en toda la historia taurina tan sólo es antecedida por las españolas de Béjar y Zaragoza; la sevillana de la Maestranza comenzó su construcción con anterioridad –en 1749-, pero se inauguró con posterioridad a la limeña.
La plaza fue fundada el 30 de enero de 1766, pero en 1945 fue remodelada por el ingeniero Francisco Graña Garland, ampliándose su capacidad a 13 mil espectadores, a costa de reducir las dimensiones de su ruedo, que dejó de ser el de mayor tamaño del mundo. A lo largo de todo este período, han desfilado por el coso del distrito limeño de Rimac todas las figuras del toreo, del pasado y del presente así como las reses de las mejores ganaderías.
Esta nueva plaza de toros comenzó a construirse en junio de 1765 cuando el Virrey del Perú, Manuel de Amat, autorizó el inicio de las obras. La ubicación de la misma fue el lugar conocido como “El Acho”, emplazamiento que ya habían ocupado anteriormente otros cosos limeños. En el contrato que firmó Landáburu, se fijaban los días en los que, obligatoriamente, debían celebrarse espectáculos taurinos en el moderno recinto. Éstos eran las tres jornadas de carnaval, los jueves que precedían a la mencionada fiesta y tres fechas más sin precisarse en el calendario, hasta llegar a los ocho festejos anuales que el privilegio otorgado permitía.
La rúbrica del acuerdo implicaba también la exclusiva de la organización de corridas de toros en un territorio de unas ocho leguas alrededor de la ciudad. En compensación a este derecho, debía entregarse por parte del arrendatario de la plaza 1.500 pesos al año al Hospital de Pobres... Lee más
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