Por segundo año, el estado de Tamil Nadu no podría celebrar sus ‘el jallikattu’
Cornada del Tribunal Supremo indio a los mozos aficionados a los toros. Más dolorosa después de que el Gobierno les pusiera la miel en los labios hace unos días. El correbous indio –el jallikattu– no se celebró el año pasado, por primera vez en siglos, por la aplicación de una sentencia del Supremo. Pero, el pasado viernes, el Ministerio de Medio Ambiente notificó que retiraba la protección a las razas de bueyes usadas en el jallikattu, con el fin de mantener la tradición.
Inmediatamente la Protectora de Animales volvió a pedir amparo al alto tribunal, que este martes dictaminó que mantiene cautelarmente el veto. Sin embargo, las espadas siguen en alto y la jefa de gobierno de Tamil Nadu, Jayalalithaa, ha instado a su aliado, el primer ministro indio, Narendra Modi, a autorizar la tradición por decreto. El suspense se mantiene a pocos días del Pongal, la fiesta tamil de la cosecha, que empieza este viernes. En ella, además del arroz con leche, son de rigor las fiestas taurinas.
Foto: Binscorner.com
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Contra aquella prohibición se presentó un recurso, que sólo fue desestimado por el Supremo días después de las elecciones que llevaron a Modi al poder. Un regalo envenenado para su partido de valores brahmánicos, que presume de proteger a las vacas en particular y a los bóvidos en general (lo que no impide que India sea el principal exportador de carne de búfalo del mundo).
A un observador extranjero, sobre todo de un país taurino, lo que le llama la atención es que, en realidad, los que se llevan la peor parte en el jallikattu no son las reses, sino los mozos. Doscientos han muerto en dos décadas, algo que no parece inquietar demasiado a nadie. El desconcierto aumenta al ver mozos saltar a la chepa de bichos de más de 600 kilos en estampida, intentando mantenerse asidos durante tres trotes o quince metros. Y es que cientos de mozos, cada cuadrilla con su camiseta, compiten por llevarse los premios asociados a la fiesta. A veces, fajos de billetes enrollados en los cuernos de las reses.
En un país en que todavía hay caballos humanos –los rickshaws de Calcuta– y donde son habituales los triciclos de pasajeros de tracción humana, la sensibilidad vacuna de la judicatura india puede herir algunas sensibilidades. Y hasta el ministerio indio –cuyo titular es de Maharashtra- parecía haber transigido, a cambio de mayores medidas de protección y supervisión de los eventos...
...En la decisión final pesarán varios cálculos, singularmente sobre las elecciones, en breve, en Tamil Nadu, estado sureño que siempre se le ha resistido al nacionalismo panindio que representa el BJP de Modi.
El mismo día que el gobierno levantó la prohibición, el precio de las razas de bueyes de competición se triplicó. Este es el mayor aliciente para su cría y supervivencia, mientras que su mayor amenaza proviene, paradójicamente, de los que se preocupan por su nivel de estrés. El acoso legal a la fiesta, que se remonta a hace una década, ha hecho descender la proporción de toros en la cabaña, por falta de rentabilidad. Si antes había uno por cada cuatro vacas, ahora hay uno por cada ocho. En otros estados la proporción es todavía más baja.
Tanto el estamento judicial como el personal de oenegés son de extracción abrumadoramente brahmánica, por lo que el pueblo llano, al que no le sobran las distracciones, tiene las de perder en este pulso, aunque aún no haya sonado el último mugido.
Fuente: JORDI JOAN BAÑOS/LA VANGUARDIA.
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