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miércoles, 4 de febrero de 2015

Faltan 360 días para que Acho cumpla 250 años


Beneficencia de Lima, empresa y autoridades tienen la palabra

- Página taurina publicada el Lunes 2 de febrero por TAUROMAQUIAS.com en el diario El Men

El viernes 30 de enero, la plaza de toros de Acho cumplió 249 años de historia, tradición y leyenda. Fue fundada en 1766 y es la plaza más antigua del continente. Se la considera Catedral del toreo en América. En el Perú, es el más importante de un centenar de cosos donde se desarrollan 600 festejos taurinos durante todo el año.

Se ubica en el distrito limeño del Rímac y allí se celebra, entre los meses de octubre a noviembre, cada año, la tradicional Feria del Señor de los Milagros, que convoca a las figuras del toreo más destacadas del mundo en disputa del Escapulario de Oro, trofeo que todo gran torero quiere obtener al menos una vez en su vida.

Reproducción: Wilfredo Facho/Toros.mas

La plaza fue inaugurada el 30 de enero de 1766, durante el gobierno del virrey Manuel de Amat y Juniet con un cartel que integraron los toreros Pisi, Gallipavo y Maestro de España, los tres peruanos. El primer toro lidiado fue Albañil Blanco, con divisa caña y rosado, de la hacienda Gómez de Cañete, propiedad del burgomaestre limeño, Agustín de Landaburu, quien además fue el constructor y el primer empresario del coso rimense. Desde la primera tarde se destinaron fondos provenientes de las corridas al Hospicio de los Pobres.

La anteceden en antigüedad la plaza de toros de Béjar y de Zaragoza, en España. La Real Maestranza de Sevilla inició su construcción en 1749, pero se terminó después de la de Lima. Se construyó con adobe, madera y material noble, en una zona elevada sobre el río Rímac a la que debe su nombre.

ACHO, LIMA, INDEPENDENCIA Y REPÚBLICA. Acho ha sobrevivido a los terremotos que ha sufrido la ciudad. Después de cada gran sismo, también contribuyó a la reconstrucción de los hospitales, colegios, la Universidad San Marcos y otras importantes edificaciones pues, en tiempos en que no había fútbol ni conciertos, los fondos provenientes de las corridas de toros se destinaban íntegramente al levantamiento de Lima, ladrillo a ladrillo, desde las cenizas.

ACHO EN SU HORA AZUL. Catedral del toreo en América a un año de cumplir 250 años de leyenda. Foto: José Álvarez Blas 
Cuando el Perú se independizó de España conservó como parte de su acervo cultural a las corridas de toros, así como se hizo con la religión católica y el idioma castellano. La prueba de que los festejos taurinos echaron raíces acá está en que en 1821 los limeños homenajearon jubilosos a su llegada al libertador don José de San Martín con varias corridas de toros realizadas en Acho.

El Santo de la Espada presidió las corridas en su honor y fue en Lima un aficionado más como consta en un cartel taurino reproducido en el libro Lima y el Toreo, de Antonio Garland (1948). Ya en 1817, el sabio prócer independentista Hipólito Unanue, quien había heredado la administración de la plaza, gestionó su traspaso definitivo al Hospicio de Pobres (hoy Beneficencia de Lima, a la que todavía pertenece).

También Simón Bolívar fue un gran aficionado a la tauromaquia y ocupaba el palco presidencial en la plaza de Acho. Entre 1821 y 1826, la recaudación proveniente de las corridas de toros en el coso fue destinada al ejército libertador y a la compra de navíos para la nueva república.

LIBERTADORES TAURINOS. San Martín, Unanue y Bolívar encabezaron festejos taurinos en Acho

Con la emancipación, la fiesta de los toros reafirmó su carácter mestizo y ancló su identidad nacional. Durante la República, no hubo efemérides o acontecimiento importante en Lima, que no se festejara con una corrida de toros. La edad de oro del toreo se vivió en Lima con igual intensidad que en España, con Joselito y Belmonte por supuesto.

En 1945, la plaza fue remodelada, ampliándose su aforo a 13 mil espectadores, pero dejó de poseer la arena más grande del mundo, pues su diámetro se redujo de 90 a 60 metros de longitud. La remodelación estuvo a cargo del ingeniero Francisco Graña Garland. En 1961, la plaza fue rodeada con grandes patios de ingreso, atrios, pérgolas y explanadas, así como el restaurante conocido el Mesón, dos bares y el Museo Taurino.

Las sucesivas refacciones y ampliaciones no alteraron la principal estructura arquitectónica de la plaza, caracterizada por anchos contrafuertes o machones de adobe y caña que la rodean, y que se conserva estoica al paso del tiempo desde 1765, constituyendo parte medular del patrimonio cultural de Lima.

ACHO, AHORA O NUNCA. Hace unos días se ha anunciado la construcción de un corredor turístico peatonal que uniría Acho, desde el minarete de Ingunza, con el Paseo de Aguas, la Quinta Presa (casa donde vivió La Perricholi) y la Alameda de los Descalzos.

Hay que recordar que el 13 de enero de 2011 se publicó la Ley 29650 que declara de necesidad pública la restauración y rehabilitación del entorno de la Plaza de Acho. En enero de 2013 se venció el plazo establecido para iniciar los procesos de expropiación necesarios para su ejecución. Sin embargo, los tugurios siguen ahí y hasta un hospital solidario “provisional” lleva ya cuatro años ocultando la fachada del monumento histórico.

A un año de que Acho cumpla sus primeros 250 años, la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana (SBLM), la empresa Citotusa, la Municipalidad del Rímac, el Ministerio de Cultura y los gremios taurinos tienen la obligación de organizar en conjunto una gran celebración que renueve el romance secular entre la ciudad y su plaza rosada de abajo el puente.

Más: Páginas taurinas publicadas por TAUROMAQUIAS.com en el diario El Men 

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