Nadie, o casi nadie, se ocupa de elaborar testimonios y documentales o realizar campañas mediáticas y violentas manifestaciones contra la crueldad de la gran industria alimenticia que satura a los voraces mercados de carne de aves, bovinos, etc.
Nadie se compadecerá esta Navidad, al celebrar la Noche de Paz, de los pobres pavos engordados con hormonas, de los pollos sin glándula biliar y alimentados con “concentrados”, muchas veces cuestionados por la FAO.
El 2010 se mataron 24 toros en la plaza de Acho. A pocos metros, se sacrificaron 60 mil pavos, solo la víspera de Navidad, en el Centro de acopio de Acho (Foto: ANDINA/Juan Carlos Guzmán Negrini) |
De lo que sí estoy seguro es de que en la Noche Buena muchísimos “defensores de los animales” estarán bien sentaditos y felices en la mesa pascual.
A quién le preocupa pues los trastornos genéticos, las condiciones torturantes de crianza, las frenéticas matanzas de los animales que proporcionan carne para una humanidad insaciable. Claro, en este drama no hay ONGs como las que financian a los grupos antitaurinos quienes han encontrado una veta de oro "compadeciéndose" del toro de lidia.
En la otra cara que contrasta con este mercado de intereses hipócritas y perniciosos, nadie, o casi nadie, muestra al mundo esos paraísos ecológicos que son las dehesas o bosques donde se crían los toros bravos.
Solo unos cuantos ejemplares van a una plaza de toros, de entre decenas, y a veces centenares, de becerros, novillos, vacas, que viven mimados, especialmente cuidados, en un verdadero Edén, sobre todo, en contacto directo con la naturaleza junto con otras especies.
Las corridas de toros son la punta de un iceberg en cuyo lado no visible existen alrededor de un millón de hectáreas de bosques ecológicos en España y Latinoamérica |
Junto con el toro bravo allí se preservan bosques, pastizales, las fuentes de agua dulce, caballos, aves domésticas y silvestres, ganado lechero y otras especies de mamíferos, algunas de ellas en peligro de extinción.
Ah, por si les interesaría a los descocados enemigos de la fiesta brava, cada dehesa da trabajo estable a muchas familias campesinas, caporales, veterinarios. Las dehesas son también atractivo turístico y los ganaderos contribuyen al erario nacional.
Los fariseos que han encontrado una forma deshonesta, impúdica, de ganarse la vida “defendiendo” al toro de lidia, si es que realmente amaran a la naturaleza, a la humanidad y a los animales, deberían romper lanzas contra otras causas en verdad nobles. Por ejemplo, las decenas de especies de nuestra maravillosa fauna que están en vías de extinción. O los millones de habitantes de la tierra que sufren hambre mortal, mientras a una parte de nosotros a veces nos sobran agua, pan y carne.
Pero claro, estas causas no son rentables. Hay que desaparecer al toro de lidia ¡y punto!
Los niños visitan al toro bravo en el campo
son dos aberraciones y los taurinos vuestra escusa tan manida es que hay cosas peores,ese es el argumento que empleais hasta la saciedad y os tendria que dar verguenza
ResponderBorrar