El toro de lidia, al igual que las reses que mueren en los camales, tiene como último destino el consumo humano. Pero a diferencia de éstas, el toro bravo vive a cuerpo de rey en extensas reservas ecológicas llamadas dehesas. Además, tiene la oportunidad de defender su vida en el ruedo y salvarla cuando su bravura y nobleza es reconocida por los aficionados y se le concede el indulto. Desde entonces vivirá como 'padril' reproductor rodeado de vacas y crías en su paraíso propio.
Esta hermosa manera de mantener viva una especie, y una afición a la vez, volvió a hacerse realidad el jueves 30 de diciembre en la plaza de toros de Cali cuando el diestro Julián López 'El Juli' terminó acompañando de regreso a la puerta de toriles a Balsero, un hermoso ejemplar de la ganadería Las Ventas del Espíritu Santo, del maestro colombiano César Rincón.
Estas son las imágenes de la curación de las heridas de Balsero antes de su traslado de regreso a la dehesa.
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