- El Fandi ha sido el matador encargado de darle muerte durante la cuarta corrida de la Feria del Toro en la que el albaceteño Rubén Pinar logró la primera puerta grande de la feria.
(Pamplona). El silencio que guardó la plaza fue el mejor homenaje que podía rendir Pamplona al fallecido horas antes en la corrida del encierro.
El triste suceso acontecido ayer durante el encierro estuvo presente a lo largo de todo el festejo. El minuto de silencio guardado en honor del fallecido, del madrileño Daniel Jimeno, fue tan emocionante como sobrecogedor. Después, se sucedieron los brindis al cielo, como no podía ser de otra manera. Las veinte mil almas que llenaron la plaza estuvieron a la altura de las circunstancias.
Sólo sobraron esos pitos de salida a Capuchino, el triste protagonista del encierro matinal. Pero que nadie se equivoque: el toro asesino no existe. El toro de lidia se defiende y ataca; la embestida es bravura y, sobre todo, parte de su ser; no sabe donde coge pero, regla básica del encierro, puede matar, como sucedió ayer.
En la plaza, el colorado ejemplar dio buen juego en la muleta, embistió con clase, sobre todo por el pitón izquierdo; por el otro se vencía. El Fandi, frente a él, anduvo voluntarioso a la verónica, brillante con los rehiletes -cuarteando, al violín y a la moviola-, y volvió a enfandilar al público. Después, lo toreó por ambos pitones con su estilo habitual, digno, honrado, pero falto de pellizco. La estocada que dejó, volcándose sobre el morrillo, le puso el trofeo en bandeja.
Fuentes: Diario de Navarra / Fotos: EFE,Reuters
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