Dicen, y lo digo también, que el percal es el primor del toreo.
Con ese mágico abanico se borda, se echan al vuelo banderas y divisas, el sueño, la ilusión. Es viento que agita la rumorosa y gárrula arboleda. Es el unísono gorjeo del cante y la guitarra.
Con la muleta se lidia, se define, se toma con paso altivo y elegante, el camino hacia el encuentro final, centrípeto, de la vida con la muerte.
Ambos, cada uno en su tercio, contienen una esencia profunda de arte, valor, ciencia y desafío temerario.
Viene el toro, la seda sueña y la franela triunfa...
Viendo a Morante en la ensoñada tarde del 21 de mayo en Las Ventas de Madrid, se hizo carne y luz la fantasía cultivada en mi alma por lejanas lecturas que contaban las hazañas de Chicuelo.
En aquel bosque encantado de páginas inolvidables evoco una que reseñaba tardes en que al público le bastaba el aleteo sublime de esa gitana golondrina que era el capote de Chicuelo para encender el delirio en los tendidos, hasta la exageración de tomar a menos el resto de la faena.
Si duelen tanto las tristezas como heridas sangrantes, también las alegrías intensas y recientes vivifican.
Los invito a soñar otra vez, envueltos por la capa magistral de Morante en su tarde mágica de San Isidro 2009, gracias a este video magníficamente editado.
Más: MORANTE DE LA PUEBLA
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