Los abrazos a cada uno de los subalternos en Barcelona se interpretaron como un anuncio sobre su futuro en los ruedos
Lne.es/Luis M. Alonso
Cuando José Tomás se retiró de los ruedos en 2002 anunció la decisión a su cuadrilla durante una cena, pero no lo comunicó oficialmente hasta días después. Un ligero estremecimiento sacude al tomismo desde el enigmático brindis del último toro, el domingo 5 de julio, a los dos picadores y tres banderilleros que lo acompañan. Tomás los abrazó uno a uno, y, a partir de entonces, la duda de si les estaba informando de alguna decisión sobre su inminente futuro en las plazas atravesó como una serpentina la Monumental de Barcelona, el templo sagrado del diestro de Galapagar.
Para entender la preocupación por la permanencia en la lidia del hombre que regresó a los ruedos en 2007 hay que tener en cuenta dos cosas: una, que la forma en que se produjo el brindis era un tanto rara y, dos, el carácter singular en el que se ha forjado esa mística que hace de José Tomás un torero diferente a sus contemporáneos.
La forma tan especial de dirigirse a los subalternos pudo también haberse debido a cómo se desarrolló la tarde de pasión universal en que se encerró con los seis toros de Núñez del Cuvillo, Victoriano del Río y de El Pilar, y en la que triunfó pero no convenció. Entre volteretas por perderle la cara al toro y secuencias de baja intensidad, pese a las cinco orejas, sólo hubo algunos momentos brillantes, como se han encargado de acentuar los cronistas.
José Tomás es algo más que un torero para sus seguidores, para los que son aficionados a la tauromaquia y los que perderían de vista los tendidos en el momento en que se retirase. Pero el fenómeno se agiganta aún más en la Monumental de Barcelona, donde ha toreado dieciocho veces -seguramente para establecer un paralelismo con su admirado Manolete-, en la que obtuvo el indulto del toro «Idílico» y a la que regresó en una tarde triunfal hace dos años con el fin de devolver la magia a una ciudad declarada oficialmente antitaurina, no se sabe muy bien si por el ritual sanguinario de la fiesta o porque se trata de algo español. Toda simbología o gestualidad cabe en Barcelona, donde el torero madrileño consigue las mayores adhesiones de sus entregados seguidores frente a quienes le llaman asesino...
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009071300_76_781192__Siglo-XXI-Jose-Tomas-otra-hora
Foto: Burladero/Faricle
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