Conchita Cintrón, la diosa rubia del toreo, ha muerto en su domicilio de Lisboa víctima de un paro cardiaco, a los 87 años de edad, a los que llegó con un porte señorial aunque siempre juvenil.
Conchita, torera de a pie y a caballo, actriz, ganadera, señora de los toros, vivió codo a codo con las máximas figuras: desde Juan Belmonte a Antonio Bienvenida en una época en la que a las mujeres no se les permitía poner un pie en la arena.
DIOSA RUBIA. Conchita Cintrón en una imagen de 2006. (Foto: ABC/Gil).
Pero ella encontraba siempre el resquicio, porque cuando verdaderamente se sentía era con la muleta en las manos. En todas sus actuaciones siempre destacó por su conocimiento de la lidia y por el dominio de los caballos.
Tres nombres quedarían grabados para siempre en el corazón de la peruana: Juanito Gallo, Alberto Balderas y José González 'Carnicerito de México' -el primero un principiante, los otros dos consagrados- ya que los tres encontraron la muerte en el ruedo en tardes fatídicas, con ella presente.
Nació en Chile el 9 de agosto de 1922, pero vivió en el Perú y siempre dijo ser peruana. Consumó su pasión en los ruedos de México y residió, desde 1950, en Portugal.
Su biografía, escrita por el periodista peruano Raúl Aramburú, dice: "Su padre, Francisco Cintrón Ramos, puertorriqueño, de nacionalidad norteamericana y ascendencia española, fue el primer extranjero en graduarse en la Academia Militar de West Point, en los Estados Unidos. Asignado al Regimiento 65 de Infantería destacado en Panamá, conoció allí a Loyola Verril, con quién casó y formó un hogar típicamente americano, en cuyo seno creció la futura rejoneadora. Cuando corrían los primeros años de la década de los veinte, don Francisco fue destacado a Lima como representante de una firma comercial norteamericana con intereses en el Perú".
Cuando Conchita conoció a su maestro Ruy da Cámara, le cambió la vida. "La Escuela de Equitación de Ruy, a la que pronto se conoció en el ambiente limeño como El Picadero, se convirtió muy pronto en cónclave taurino donde coincidían periódicamente - y como lógica consecuencia del brillante pasado artístico y taurino de su fundador - aficionados peruanos de toda laya. Desde toreros españoles retirados y afincados en Lima como Diego Mazquiarán 'Fortuna' y Luis Guzmán 'Zapaterito', hasta toreros en activo, subalternos y aficionados prácticos - como aquellos que más tarde compondrían el grupo de La Legua - y en cuyo seno encontró Conchita a los entrañables compañeros que acompañaron sus primeros pasos en la profesión".
Conchita debutó como rejoneadora en un festival benéfico hípico-taurino que se organizó en la plaza de Acho en enero de 1936. El anuncio de una señorita rejoneadora alborotó el corrillo taurino de Lima y la plaza se llenó. En esa primera oportunidad, la actuación de Conchita se limitó a colocar algunos arponcillos en el morrillo de un novillo. Luego se retiró en medio de la calurosa ovación del público, sorprendido por el atrevimiento de la adolescente.
Su debut toreando a pie también se realizó en su Perú, en la plaza de toros de Tarma, Junín.
DAMA DE LOS TOROS. Cintrón siempre se consideró peruana. (Foto: Los Toros/Flickr).
Chucho Solórzano, entonces en la cima de su popularidad y a la sazón contratado para la feria de Lima, conversó con Ruy da Cámara acerca de la posibilidad de que la niña - quien entonces contaba con primaverales dieciséis años - se presentara en la capital mexicana. Allá fue y las crónicas recogieron su triunfo: "De Caltengo y bien puesto. No es un becerro sino un novillo. Coge al Güero Merino en forma aparatosa y acepta después dos verónicas estupendas de Conchita que arman la escandalera en el coso…"
Luego de triunfar en México, volvió al Perú en 1944. Cosechó diversos éxitos y fue recibida por el Presidente Manuel Prado, que le otorgó oficialmente la nacionalidad. Inauguró la Plaza Monumental de Chacra Ríos en Lima y también rejoneó en Santa Bárbara, Cañete.
"Desde siempre la ilusión de Conchita Cintrón fue culminar su carrera toreando a pie en España. Para esto Ruy da Cámara nombró en su representación en la península al famoso matador Marcial Lalanda, influyente apoderado en aquellos tiempos - poco después apoderó simultáneamente a Pepe Luis y Manolo Vásquez, a Antonio Ordóñez y a Conchita - para que allanara las dificultades que suponía quebrar la estricta reglamentación española que no permitía, bajo ningún concepto, la presencia femenina en el ruedo.
Luego de un paréntesis en Lisboa para su presentación en la plaza de Campo Pequeño - que también tuvo que sortear un boicot de los rejoneadores varones portugueses - Conchita Cintrón logra el permiso de torear en ruedos españoles solo rejoneando.
Debuta en la última corrida de abono de la Feria de Sevilla de 1945. El éxito, como siempre, le acompañó en esa y en todas las oportunidades que tuvo de actuar en España".
Descansa en Paz, Conchita Cintrón
Vea la BIOGRAFÍA de Conchita Cintrón por Raúl Aramburú
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