- "La Fiesta de los toros necesita una protección permanente basada en calidad en la programación y en la comunicación"
Simón Casas, el empresario galo que le quitó Mont-de-Marsan a Chopera, habla con el periodista taurino Vicente Zabala de la Serna, del diario ABC, y dice más de cuatro verdades sobre el futuro de la Fiesta Brava que son tan ciertas en España como en América:
La noticia se ha contado como un temblor menor cuando su onda expansiva ha sacudido todo el mundo del toro: el imperio Chopera ha perdido sus dos bastiones históricos en Francia, Bayona y Mont-de-Marsan. Y no sólo eso, sino que además han sido empresarios franceses quienes se han hecho dueños de sus destinos. Como si de la noche a la mañana Francia hubiera cumplido su mayoría de edad. Simón Casas, un personaje sacado del París de la bohemía, sempiterno creador enamorado de Nimes, eterno pretendiente de Las Ventas, nuevo capitán de Mont-de-Marsan, respira felicidad.
- Enhorabuena
- Aparte de la satisfacción personal, es algo muy sintomático. Recuerdo que en los años sesenta en Francia el torero era español, el ganadero era español y el empresario era español, y claro, con todo el respeto a España, que es la esencia de la tauromaquia, había una frontera, aunque el arte no la admita. Entonces yo tuve una visión de futuro y soñé en que un día habría una figura del toreo francesa, como puede ser Sebastián Castella, ganaderos, que empieza a haberlos, subalternos, que los hay muy buenos, y empresarios, evidentemente. Lo de Mont-de-Marsan es la realización de esa visión. La Fiesta de los toros necesita una protección permanente basada en una calidad en la programación y una calidad en la comunicación, y más en un país como Francia. Hay que subrayar las virtudes esenciales de la Fiesta de los toros frente a un alto tanto por ciento de la población que no la estima, y nadie como unos franceses para hacerlo.
PUNTOS SOBRE LAS ÍES. Simón Casas se autodefine como un loco visionario. (Foto: Emarrakech.info).
- Su socio para Mont-de-Marsan es socia, María Sara
- Considero muy importante que la mujer ocupe un espacio en el mundo del toro, muchas veces varado en un machismo anacrónico permanente. Me siento muy orgulloso.
- La noticia duplica su magnitud al haber sucedido usted a una familia taurina que había echado raíces en Mont-de-Marsan hace sesenta años...
- Es una ruptura. Les tengo cariño y mucho respeto a los Chopera; yo fui socio de don Manuel, su padre. Empecé así. Lo que pasa es que hay que adaptarse a las realidades económicas, a las realidades sociológicas, a las realidades artísticas, y ellos, y lo siento, han perdido esos campos. Se ha generado una necesidad de cambio. Lo bueno de todo esto, es que los concursos de Mont-de-Marsan y Bayona han sido totalmente transparentes. Siempre he considerado que de la transparencia de las concesiones de las plazas depende totalmente el futuro de la Fiesta.
- Da la sensación de que Francia ha cumplido su mayoría de edad taurina para andar sola
- Estoy en contra de los nacionalismos taurinos y las fronteras. Pero si hay unos empresarios franceses, y a la vez capacitados, que conozcan el tejido social y la afición, lo taurino del país, lo lógico es que esos conocimientos les permitan desarrollar más. Era necesario alcanzar esta madurez.
- ¿Por qué el aficionado español que conoce Francia se enamora de su manera de «embotellar y etiquetar» el espectáculo, de hacer de la corrida algo más grande, y global, que las dos horas de festejo?
- Los toros se nutren de un entorno que son las ferias, y las ferias no son ni más ni menos que una expresión de las culturas y las tradiciones populares. Eso está en la esencia de la tauromaquia. Lo que falta es el tratamiento empresarial. En términos generales, en España el empresario taurino se ha olvidado del entorno de la tauromaquia, de su cultura y sus tradiciones, y sólo trata de vender en dos euros lo que ha comprado en uno. Y eso es anacrónico.
- Mal pinta a su clase.
- Hay otro agravante. La mayoría de las plazas pertenecen a instituciones públicas; los políticos tienen mucho que ver con el camino de la Fiesta. La ingerencia del político en el sector taurino es nefasta: los pliegos de condiciones son inadaptados y los beneficios que sacan no los reinvierten bien. Pero la culpa es de los empresarios que no han sabido convencer al político, eso lo estamos haciendo en Francia. Hay que convencer al político en España del potencial de la tauromaquia, que es un patrimonio de muchísima productividad intelectual, cultural, artística y, por supuesto, también económica. El político debe facilitar el trabajo al empresario pensando en el espectador. El cliente es el rey. Ahora, ¿cómo va a ser el rey si antes de que se levante el telón han cobrado el piso de plaza, el IVA de un 16 por ciento, ejecutado los cánones...?
- ¿Habría que explicar los toros más por la riqueza aportada al PIB que por Goya?
- En cierta manera, sí. Pero todo va junto. Lo que le falta al mundo del toro es la palabra. Una palabra justa, equitativa, una palabra transcendente, moderna; una palabra que sepa tocar al joven respetando la tradición. Es un mundo mudo, de grandes artistas y emociones indescriptibles. No hay arte comparable ni con tanta potencia.
- ¿Se considera ahora mismo el amo de Francia?
- Ideológicamente, sí. Siempre fuí un rebelde, en el sentido de visionario, pero al final no me equivoqué mucho. El loco peligroso desune; el loco visionario une: ahora entre unos y otros (Arles, Nimes, Beziers, Bayona, Mont-de-Marsan), y estamos muy cerca, tenemos casi el cien por cien del mercado taurino francés. Y eso pesa mucho. No abusaremos del poder, pero que nadie nos niegue el nuestro.
-¿Es Madrid su obsesión?
-Pero no como consagración, sino como trampolín para impulsar todos los cambios que necesita la Fiesta; porque sólo se puede hacer desde Madrid. Ni desde Nimes ni desde Sevilla siquiera es factible. El empresario de Madrid ha tenido una misión histórica en todas las épocas. Influir de una manera total en la gestión de la tauromaquia.
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