El niño torero franco-mexicano Michelito Lagravere Peniche, de diez años de edad, mató cuatro becerros y cortó cuatro orejas el último domingo en la becerrada picada organizada por la Municipalidad del Rímac, en Acho.
Michelito se presentó solo debido a que el peruano Andrés Roca Rey, El Andi, (11) se encontraba internado en una clínica local afectado de una infección intestinal y deshidratación agudas, según el parte médico firmado por el médico Jaime del Castillo.
DOS DE CUATRO. Michelito da la vuelta al ruedo con los apéndices de Sevillano, su segundo becerro.
Con escaso público, el festejo se inició con un colorido desfile de calesas y, luego, las impresionantes evoluciones de los jóvenes de la Compañía Juan Fanning de la Infantería de la Marina peruana al ritmo de marchas, valses y pasodobles. Seguidamente, la arena de Acho se llenó de bailarines campeones de marinera a los que les siguieron tres pequeños chalanes que encandilaron a los niños del Puericultorio Pérez Araníbar y de los Comités del Vaso de Leche del Rímac que rebosaban de alegría en los tendidos.
MARCIALIDAD. La deslumbrante participación de los infantes de la Compañía Juan Fanning mereció más público.
Los cuatro becerros de la ganadería Santiago Apóstol destacaron en general por su nobleza y los dos últimos fueron más bravos.
Michelito, como buen mexicano, maneja bien el capote. Recibió a sus enemigos con acompasadas verónicas y se lució en un quite por navarras. Obtuvo sucesivamente una oreja, dos orejas, silencio del público y una oreja.
LARGA CAMBIADA. Se requiere pericia para no echarse el animal encima en esta suerte.
"CHICUELO". Girando en una chicuelina, suerte que creó a Manuel Jiménez Moreno.
ESTAMPA DE TORERO. Precoz Michelito demuestra solvencia con el capote en esta verónica.
Si algo le sobra a este torerito es valentía. El primer becerro, Chicuelo, de 181 kilogramos, lo embistió contra las tablas cuando lo esperó pegado a ellas para ponerle un par de banderillas al quiebro. Tuvieron que sacarlo de entre los pitones, pero se desembarazó raudo de los brazos protectores de los adultos para regresar desafiante a la arena.
Su tercer becerro, con sus 246 kilogramos, le dio un durísimo golpe en la entrepierna. Conteniendo las lágrimas se dirigió al burladero, pero solo para pedir la espada y luego dirigirse a matar a Presumido.
Además de valor, Michelito demostró mucha afición al hacerse cargo él solo de una espectáculo que, hasta hace una semana, se anunciaba para tres niños alternantes.
Si bien, está muy lejos de ser un artista con la muleta, su estilo bullidor emociona a los adultos y arranca los oles de todos los niños. Nadie puede negar que cada día conoce más a los animales y le sobra tiempo para aprender a pararse y mandar en el redondel. Además sorprende su expeditiva y hábil forma de matar.
ESFUERZO. Empeñosas faenas de muleta emocionaron a los asistentes.
EN EL NOMBRE DEL PADRE. Desde el burladero, no deja de apuntarle o darle indicaciones el matador Michel Lagravere padre, quien guía su carrera.
PERFILÁNDOSE. Sereno, se prepara para volcarse sobre el morrillo del becerro.
HASTA LA EMPUÑADURA. Michelito mata con eficacia sorprendente
Otro gesto que tuvo el pequeño torero fue el de brindar la muerte de su último becerro, vía celular, al convaleciente Andrés Roca Rey. Otros dos los brindó al empresario Nazario Villafuerte y al alcalde del Rímac Víctor Leyton.
ORGULLOSA MAMÁ. Pasado el susto, Diana Peniche (al centro, de fucsia) exige los trofeos para su hijo.
También destacó la participación del sobresaliente Kevin Fernández, alumno de la Escuela Taurina de Lima de 14 años de edad. Cumplió con el capote en los quites y estuvo acertado en las dos ocasiones que Michelito le invitó a poner las banderillas.
Algunos detalles que desmerecen la categoría de una plaza como Acho son la ausencia de alguacilillos, puntilleros y hasta de mulillas de arrastre para los últimos becerros. Más bien extrañó la presencia de picadores en la becerrada, sobre todo si consideramos que el reglamento de espectáculos taurinos de la propia Municipalidad del Rímac solo alude, en su artículo 275, a puyas de novillos y toros.
¿HASTA CUÁNDO? No es la primera vez que se ve esta lamentable escena en Acho, por falta de mulillas de arrastre.
Hay que felicitarnos por la existencia de festejos taurinos de verano, sobre todo en Acho, pero también hay que criticar actitudes como la de los impresentables "cargadores" de la plaza. Uno de ellos, con la bragueta abierta y desfachatado, estuvo a punto de dejar caer de cabeza a Michelito.
DESORDEN. Innecesaria vuelta al ruedo del alcalde del Rímac (al centro), mientras los "cargadores" maltratan al niño torero. Les acompaña el empresario Nazario Villafuerte.
- Declaraciones
Abordamos a Michelito en un descanso, mientras esperaba la salida de su último enemigo.
TAUROMAQUIAS: ¿Cómo te sientes esta tarde?
MICHELITO: Muy bien, le agradezco a la gente que me vino a ver, a apoyarme y le deseo a Andrés que se recupere pronto.
T: ¿Qué opinas de los becerros?
M: El primero estuvo bueno, el segundo más o menos y el tercero igual. Matar los más grandes es más difícil porque no bajan la cabeza.
T: ¿Quién está más nervioso, tú o tu papá?
M: Mi mamá, que está allá (la señala en la barrera).
T: ¿Qué les dices a los niños de tu edad que quieran ser como tú?
M: Que si quieren hacer algo, deben tener en la mente que lo van a poder hacer, pero lo primero es la escuela.
Por su parte, Michel Lagravere padre, que durante todo el festejo iba de aquí para allá dándole indicaciones a su hijo desde el callejón, no pudo ocultar su emoción al final de la tarde: "Es una locura. Estaba apenado y preocupado por la ausencia de El Andi, pero Michelito quiso torearlos a todos. A tan corta edad, es una cosa de locos. Él ya me ha superado hace tiempo" dijo.
Noticias anteriores sobre Michelito Lagravere:
Toreros de Leche (23 de febrero de 2008).
que verguenza que lo enseñen a matar en ves de preservar, a detruin en vez de destruir, que verguenza y asco.
ResponderBorrarA estas alturas, pensar que las corridas de toros no permiten la preservación del toro bravo, es de una ignorancia supina. Vergüenza y asco se tener si no le enseñan a uno a escribir.
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