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jueves, 16 de noviembre de 2006

Cómo se deben ver las corridas de toros. Clase magistral de Gregorio Corrochano (Cuándo suena el Clarín).

Aprovechemos el receso de nuestra Feria taurina del Señor de los Milagros para releer a uno de los maestros del periodismo taurino: el escritor español Gregorio Corrochano. Testigo presencial de la edad de oro del toreo, publicó múltiples crónicas en el diario ABC que luego convirtió en clásicos libros de tauromaquia. En su producción hay páginas que son obras maestras, tanto desde el punto de vista técnico como del literario. Corrochano fue también reportero de guerra en Marruecos y recibió premios de la Real Academia de la Lengua Española por sus trabajos. Su novela africana ¡Mektub!, algunas obras teatrales y poéticas escritas en su juventud muestran la diversidad de sus dotes literarias.
'Cómo se debe ver las corridas de toros' es un fragmento de su libro Cuando suena el Clarín (Madrid, Revista de Occidente, 1961).

TAUROMAQUIAS Perú (http://cesarteran.blogspot.com)

Gregorio Corrochano

Para ver una corrida de toros, es condición indispensable no perder de vista al toro. Es muy importante lo que hace el toro. Donde está el toro, está la corrida. el que sólo mira al torero, ve la mitad. Hay que mirar al toro y al torero, pero primero al toro. Todo gira en el ruedo alrededor del toro. Por él dictó la experiencia de los grandes maestros las reglas de la Tauromaquia, que son las leyes de la gravitación del toreo. El toro, no solamente es el protagonista, es el objeto del espectáculo. El espectador que distrae su vista del toro, en aquel instante deja de ver la corrida. Al mirar al toro, no solamente vemos lo que hace el toro, sino lo que hacen con él los toreros. Y relacionando lo que hace el toro y la intervención del torero, que esto es la corrida, juzgamos. Acabamos de definir la lidia. La posibilidad del toreo, la da el toro. Y de esto depende el conocimiento del espectador. No olvidemos esta premisa: el toreo es función del toro.

El estado del toro no es fácil verlo, suele ser confuso, lo que da lugar con frecuencia a desacuerdo en la interpretación del toreo. El toro unas veces trae resabios adquiridos en el campo por causas varias, que no vamos ahora a analizar; otras veces los adquiere durante la lidia. Si sale con resabios visibles, toda la lidia debe orientarse a corregirlos; se podrá o no, pero debe intentarse. Si no manifiesta resabios en los primeros momentos, toda la lidia debe orientarse a evitar los resabios de una lidia equivocada; a que no “aprenda”, como dice el público, y dice bien, porque los toros “aprenden”. No olvidemos, que todo lo que se hace con el toro es burla molesta, y esto contribuye a desarrollar su instinto defensivo, “aprende” a defenderse. La bravura es el grado superlativo del instinto. El toro no acomete por comer, acomete para defenderse, embiste en defensa propia a lo que teme y tiene más cerca de los ojos. El aprovechamiento de esta condición, única de esta fiera, es la fuente del toreo.

La bravura del toro tiene un gran parecido con el valor del torero. Porque si el toro defiende su temor al hombre que le hostiga y le hiere, acometiendo con bravura, el torero tranquiliza su miedo toreando valerosamente. Sus dos miedos se encuentran, se retan y chocan, el miedo del toro bravo al torero, y el miedo del torero valiente al toro. Este acoplamiento de bravura y valor, al enfrentarse, y temerse, hace posible la maravilla del toreo. El toro abanto que sale huído buscando una salida, y al no encontrarla se para, y se crece al castigo, es un caso tipo de la bravura como recurso del instinto.

El toreo tiene su explicación en el movimiento geométrico de dos líneas: una vertical, que es el torero, y otra horizontal, que es el toro. En tanto la línea vertical gira sobre sí misma sin variar de punto de apoyo en el suelo, la línea horizontal tiene que trasladarse, haciendo un recorrido para ir y otro para volver. En aprovechar todo este tiempo empleado por el toro en embestir y revolverse, en ir y venir, que por rápido que parezca, es lento si se compara con el giro del torero, está basada la defensa del torero y la posibilidad del toreo. En esta sencilla lección de geometría nace toda la difícil teoría del arte de los toros.

Derechazo. Foto de Philippe Granier

"El toreo tiene su explicación en el movimiento geométrico de dos líneas: una vertical, que es el torero, y otra horizontal, que es el toro". (Foto: Philippe Granier/Flickr).

La bravura, más o menos desarrollada, y más o menos sostenida, es la que sufre cambios, se modifica por el castigo y por los incidentes de la lidia, y a ello deben estar muy atentos, el torero que se enfrenta al toro, y el público que tiene que estimar lo que hace el torero. El error, al primero puede serle fatal; la ceguera del segundo le lleva a la incomprensión o a la injusticia. Aunque no fuera nada más que por esto, la atención al toro la considero capital.

De aquí se deduce: que hay que lidiar los toros, que hay que saber lidiarlos y que la lidia es fundamental en la corrida, tan fundamental que da nombre a la condición del toro: toro de lidia. Un toro mal lidiado es un drama donde ninguno sabe su papel. A veces ni el toro. Hacemos hincapié en esto, porque es frecuente en la afición novata entender por lidia: esfuerzo, vulgaridad, trabajo de trotarruedos, toreo de gañanía, torpeza. Lo torpe es entender así la lidia, que es finura de observación, vista, inteligente conocimiento de las reses, facilidad de adaptación, dominio del toro y del toreo. Un gran lidiador es siempre un gran torero, con raíces clásicas, aunque se permita, por las circunstancias, licencias modernas y personales. Si no sé cómo es el toro, no sé cómo es el torero. Si el toro es pastueño, boyante, tranquilo, que se queda donde le dejan, y cuando le llaman va, que deja colocarse tranquilamente al torero, de los que por su bondad extremada, se le compara en las viejas revistas con “una hermana de la caridad”, no con falta de respeto a la hermana, sino como término de comparación inigualable de bondad en bárbara pero expresiva metáfora, entonces, todo lo que se haga con este toro tiene una importancia artística y estética en al que hay que dar su parte al toro, que ayuda y no es peligroso. Este toro tiene la bravura precisa para no parecer manso, para pasar por bravo y dejarse torear.

Si el toro es de bravura revoltosa, que cuando pierde el engaño se vuelve rápido en su busca, y se “come la muleta”, y no deja entrar al torero en su terreno, es intolerable al cite, y de bravura agresiva, todo lo que se haga con este toro hay que apuntárselo al valor, al conocimiento y al dominio del torero. Este toro es verdaderamente bravo de raza. Es peligroso. Hay que saberle torear para no invertir los términos, y que sea el toro el que toree al torero, lo que he visto muchas veces.

Los toros mansos si no son de sentido, no tienen ninguna importancia; si se saben torear son muy lucidos, por contraste, porque el público no espera nada. Si son de sentido, hace falta un torero y un hombre.

Por el estado del toro, por la condición del toro se debe medir al torero. ¿Ese lance es precioso? ¿Cómo es el toro? ¿Esa faena es buena? ¿Cómo era el toro? ¿El toro rueda de la estocada? ¿Cómo entró y dónde dejó el estoque, en las agujas o en los bajos?

Memoria, préstame algún recuerdo de tu archivo. Torearon Joselito y Belmonte un 2 de mayo en Madrid, toros de Contreras. El último se llamaba “Tallealto”. Belmonte hizo una faena impresionante, de aquellas incomprensibles de su primera época. Aquello no se podía ver sentado; el público lo presenció en pie, sin que a nadie se le ocurriera gritar “sentarse”, porque no había nadie sentado. Mató al toro de una estocada caída. Belmonte salió de la plaza en hombros con la oreja del toro en la mano. El presidente de la corrida escribió una carta a los periódicos, en la que salvaba su responsabilidad diciendo: que él no había concedido la oreja; que aunque la faena de muleta fue colosal, la estocada había sido baja, y el no daba orejas de toros muertos a bajonazos.

¡Lo que va de ayer a hoy!

Apunten ustedes en su carnet, cuantas orejas se dan por bajonazos, a toreros cumbres que saben cómo matar sin dar en hueso. Saber es.

El primer mandamiento de la ley de las corridas de toros, es: el toro. El segundo mandamiento, es: el torero. El torero es el hombre valeroso que torea al toro. Si no hay toro, el hombre valeroso no tiene valeroso quehacer.

Una cosa es torear y otra saber torear, lo que no es lo mismo, aunque lo confundan los espectadores poco expertos. Lo más difícil y también lo más peligroso, aunque parezca una paradoja, es saber torear.

Se corrieron por primera vez en Sevilla los toros de Murube a nombre de doña Carmen de Federico, el 24 de agosto de 1917, en corrida de la Prensa. Se rifó la cabeza del toro mejor lidiado. No del más bravo, ni del mejor presentado, ni el de la mejor faena, sino el mejor lidiado, lo que subrayo para que se vea la importancia que tenía la lidia de un toro; más importancia que el toro mismo, porque sin lidia no se ve el toro, no hay toro aprovechable. Para esto se nombró a un jurado de tres expertos toreros: Quinito, Emilio Bomba y José el Algabeño. Fallaron que el toro mejor lidiado fué el quinto, porque presentó más dificultades, que tuvo muy en cuenta Gallito en todo momento. (Gallito mató a los seis).

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Gallito, también llamado Joselito, metiéndole la muleta y la pierna al toro para hacerle doblar. (Foto: libro Cuando Suena el Clarín. Madrid, Revista de Occidente).

El jurado tuvo en cuenta “las dificultades del toro”. El día que este criterio se extienda por los tendidos de las plazas de toros, los espectadores sabrán lo que ven.

Conclusión: El mejor torero es el que sabe torear más diversos toros. Vulgaricemos el concepto: al que le caben más toros en la cabeza, ese es el mejor torero.


Términos taurinos


Aunque el estilo de Corrochano es diáfano, a continuación explicamos algunos de los términos propios del habla taurina empleados en el artículo y otros más relacionados a la suerte suprema del toreo: la de matar.


sentido: Se dice que un toro desarrolla sentido cuando aprende a percibir la posición del torero y le embiste a él en lugar de hacerlo a la muleta o engaño.

agujas: Se llama "hoyo de las agujas" a aquel lugar ubicado a la altura de la tercera o cuarta vertebras dorsales del toro por donde debe entrar el estoque para que muera rápidamente. Estoquear en las agujas es la manera correcta de matar a un toro. Otras expresiones referidas a este lugar son: en todo lo alto, en la cruz, en la peseta, uvas. Si la espada se introduce apenas por debajo de este sitio, en cualquiera de los dos lados del espinazo, se le denomina a esta posición: desprendida.

caída: Más abajo de las agujas que una desprendida. Cuando el estoque se ubica inmediatamente debajo de la posición desprendida.

baja: Mientras mayor sea la distancia que medie entre la columna vertebral del toro y el lugar en el que ingresa la espada de matar, una estocada puede ser sucesivamente baja, bajonazo o golletazo: A mayor distancia del lomo, menos mérito tiene su ejecución pues prolonga innecesariamente la muerte del animal o bien - al herir sus pulmones- le provoca una deplorable hemorragia masiva por el hocico.

contraria o atravesada: Cuando la espada se cruza de un lado a otro por debajo de la columna.

delantera: Nombre que adquiere la estocada cuando queda en la línea de la columna, pero delante del "hoyo de las agujas". Según quede adelante o detrás de la cruz también se le denomina: pescuesera, pasada y trasera.

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Clasificación de la estocada según el lugar de su colocación (Infografía publicada en el diario El Comercio, 04'/agosto/09).

No siempre la hemorragia del toro implica que el torero ha estoqueado en una posición baja. Puede que se haya visto obligado a colocar una contraria por un movimiento del animal en el último momento.

6 comentarios:

  1. Exclente Toda esta información que nos brinda, definitivamente hace entender muchas cosas que a veces pasamos por alto. Gracis por tan buenos datos, dan ganas de ir a ver una buena corrida!!!!
    saludos

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  2. Una tonteria, lo mas sádico, la peor tonteria....

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  3. Le invitamos a seguir leyendo más "tonterías" en nuestras secciones Posts recomendados, Lecturas recomendadas y Tesis y Ciencia taurina. Gracias por la visita.

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  4. El cinismo de los asesinos es aberrante. Dando clñases de como puñalear a un ser vivo por diversion. Definitivamente son unos sádicos.

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  5. Asesinar significa matar a alguien con alevosía, no exponiendo la vida propia.
    El post no enseña a "puñalear" sino a juzgar cómo matan los toreros, algo que no podríamos hacer ni usted ni yo...¿o sí?

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  6. Diablos y pulgas saltarinas, entonces que pasa con el redentor del destoreo, si aplicamos solo un poco de lo que escribio Corrochano, no se va a ver nada.
    SIN TORO NO HAY TOREO.

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